
Cada día la sociedad está siendo más flexible sobre los estándares morales, justificando el pecado si se realiza bajo ciertas condiciones. Según la palabra de Dios, el pecado siempre será pecado sin importar quién, cómo y por qué se realice.
En este artículo conversaremos sobre el pecado del adulterio, el cual se refiere a la relación sexual voluntaria que practica una persona casada con alguien distinto a su pareja. ¿Por qué se considera pecado? Porque desobedece una instrucción dada por Dios, además de ofender el matrimonio, entidad creada por Dios:
“Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin mancilla, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios.” (Hebreos 13:4)
La expresión sin mancilla se refiere a sin deshonra, es decir en la intimidad sexual con nuestra pareja no puede haber deshonra, y creo que estaremos de acuerdo en que la deshonra es uno de los frutos principales del adulterio.
El rey David cometió pecado de adulterio con Betsabé, según lo relata 2 Samuel 11. A continuación 5 enseñanzas de esta historia en las que te invito a meditar:
No todas tus responsabilidades son delegables
Recientemente inicié un nuevo trabajo que me demanda más tiempo, por lo que tuve que enlistar mis responsabilidades a fines de identificar cuales podría delegar o desplazar. De forma casi automática identifique: Cuidado del hogar, planificación y ejecución de comidas, cuidado del bebé, espacios de conversación con mi esposo. Al releer la lista me percaté que estaba delegando mi familia, algo que no iba a permitirme. Así que replantee las cosas para que mi familia siguiera siendo parte de mis prioridades.
David delegó su autoridad como rey al decidir no ir a la batalla (2da Samuel 11:1) y alteró su sistema de prioridades, además de causar un desenfoque en su visión. David delegó sus prioridades para que alguien más las cumpliera por él, abandonó la posición que ante Dios se había comprometido a asumir (2da Samuel 5:6).
En tu matrimonio, ¿Cuáles responsabilidades estás delegando o aplazando? ¿Está el deleitar y deleitarte en tu pareja en tus prioridades?
No hay excusas que justifiquen abandonar la posición que decidimos asumir ante Dios, aquel día en que dijimos sí acepto en su altar.
El adulterio es cosa de dos
El relato bíblico sobre el adulterio entre David y Betsabé nos da poca información sobre la postura de Betsabé ante la invitación al acto de adulterio. Sin embargo, es inevitable pasar por alto que nisiquiera intentó oponerse a la voluntad del rey (2da Samuel 11:4).
He tenido la desdicha de escuchar conversaciones en las que se comenta sobre un acto de adulterio haciendo referencia a un solo responsable, normalmente el que tiene una familia establecida. Pero, las dos personas que consuman el acto son autores del pecado, independientemente estén comprometidas o no con otra persona.
Aunque en el momento no veas consecuencias, no significa que Dios lo pasará por alto
Una de las actitudes del hombre (refiriéndome a mujer también) que hacen estremecer mi corazón es como llaman bueno a lo malo y además profesan creer a Dios hasta el punto de encomendar a él sus frívolos planes. ¡Es tanta la ceguera y dureza de corazón que hemos llegado a creer que Dios debe servir a nuestros planes y deseos! Bien lo advirtió Jesús en Mateo 12:34
“Camada de víboras, ¿cómo pueden ustedes que son malos decir algo bueno? De la abundancia del corazón habla la boca.”
El hecho de que Dios en medio de tu pecado esté guardando silencio no significa que esté asintiendo y mucho menos ignorando tus actos. En su tiempo emitirá juicio sobre ti y deberás responder por tus acciones.
David creyó haberse salido con la suya hasta que recibió al profeta Natán quien le confrontó y estableció el juicio de Dios sobre él (2 Samuel 12).
El adulterio tendrá consecuencias para tus generaciones
Pecar es un acto cargado de egoísmo, al cometerse se piensa solo en las consecuencias que pudiese generar para uno mismo y astutamente se diseñan estrategias para mitigar dichas consecuencias. Pero poca o ninguna vez se piensa en las consecuencias que ese pecado tendrá para otros.
Al enterarse David de que Betsabé estaba embarazada diseñó más de un plan para evitar se supiese que el niño era de él (2da Samuel 11:6-25). En ningún momento pensó en el bienestar de ese niño hasta que se ve en el difícil momento de vivir el juicio de Dios: La muerte del niño (2da Samuel 12:15-17).
Y, no solo tuvo que enfrentar esta muerte sino que conforme le había dicho el profeta, la espada nunca se separó de su casa (2 Sam 12:10; 2 Samuel 13; 2 Samuel 18).
En Cristo hay redención
Al ser confrontado por el profeta, David volvió en sí y se arrepintió de haber adulterado, y proclama el salmo 51:
“Apiádate de mí, oh Dios, por tu amor, por tu gran compasión borra mi falta; límpiame por entero de mi culpa, purifícame de mis pecados.”
Aceptó con humildad el juicio de Dios y lo soportó aferrado a la misericordia de Dios. No huyó, más bien reconoció que justos habían sido los juicios que sobre él habían venido (Salmo 51:4).
El Señor restituyó a David y Betsabé al permitir el nacimiento de Salomón (2 Samuel 12: 24-31), quien fue heredero de David y de quien desciende Jesús.
Siempre la gracia de Dios será mucho mayor que nuestro pecado.
¡Hablemos! ¿A qué te invita a reflexionar estas enseñanzas?
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