
La comunicación es un tema muy tratado en el contexto de las relaciones interpersonales, incluyendo el matrimonio y el noviazgo. Si haces una búsqueda en google sobre las principales causas de divorcio, encontrarás la falta de comunicación.
¿Cómo se ha tratado de corregir los problemas de comunicación en la relación de pareja? Pues, se han escrito miles de libros y disertado cientos de conferencias, talleres con el objetivo de equipar a la pareja de herramientas, técnicas y recursos a utilizar en su trato diario. Para asegurar que ambos se expresan de la manera correcta, tengan una disposición de escucha, y en consecuencia, la relación pueda seguir echando raíces.
¡Gloria a Dios por estos espacios de crecimiento! Sin embargo, el problema de comunicación en la pareja no es un asunto de técnica, es un asunto del corazón. Jesús citó en Mateo 12:34b “De la abundancia del corazón habla la boca”.
“Para aprender a comunicarte bien, tienes que comenzar por donde empieza Cristo al hablar acerca de las palabras, con lo que está ocurriendo en tu corazón.” (Rob Green)
El entender y aplicar este principio transforma tu forma de comunicarte. Me permito contarte una experiencia reciente:
Actualmente mi esposo y yo estamos teniendo momentos tensos dado que la bebé se despierta múltiples veces en la noche, ¡ya imaginarás el cansancio!
Una de esas noches, la bebé comenzó a llorar, yo no quise levantarme pues era la tercera vez que despertaba. Así que mi esposo tomó la bebé, la llevó a su cuna en otra habitación, cerró la puerta y volvió a la cama. Yo, de inmediato me levanté y entré a la habitación de la bebé a hacerle compañía en lo que se calmaba, como mi esposo lo había hecho noches anteriores. En ese momento pasaron tantas cosas por mi cabeza:
¡Cómo es posible que él no pueda aguantar ni tres días seguidos levantándose en la noche, cuando yo llevo 1 año haciéndolo varias veces!
¡Que insensibilidad! Como deja a la bebé llorando encerrada en la habitación.
¡Que egoísta! Solo le importa dormir sin considerar lo que la bebé o yo necesitamos.
Repasé en mi mente cientos de discursos en tono áspero, acusador, hiriente, que le diría al volver a la cama. Pero, por la gracia de Dios, fui confrontada con las preguntas: ¿Cuándo fue la última vez que le preguntaste cómo se siente? ¿Conoces lo que está pasando en su corazón?
Y, me puse en su lugar por un momento:
Debido al trabajo, no había tenido el tiempo de estar de cerca con la bebé en sus primeros días y aún ahora, su tiempo con ella es limitado en relación al mío. Puede que sienta culpa.
La bebé se calma de inmediato en mis brazos, mientras que a él le puede tomar aproximadamente 1 hora. Puede que sienta vergüenza.
No solo quiere descansar él, quiere que todos lo hagamos, pero no sabe cómo. Puede que sienta impotencia.
No dije nada esa noche. Al día siguiente le agradecí por las veces que me ayudó esa semana y le dije que está bien en ocasiones perder la paciencia, pero que juntos lograremos vencer esta etapa. ¡WOW! Ni yo me creía lo que estaba diciendo. Me di el permiso de que Cristo venciera mi orgullo y extendiera a través de mí, consuelo a mi esposo.
¡Que diferente se torna la comunicación cuando miras al corazón de tu pareja a través de la gracia de Dios!
“No se puede resolver ningún problema de comunicación sin primero lidiar con el corazón.” (Rob Green)
De tu corazón deben fluir palabras de gracia no artillería para generar un conflicto. Tus palabras tienen el poder de edificar o destruir, ¿Qué deseas hacer en tu pareja?
¿Habías reflexionado en la comunicación desde esta perspectiva?
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