
¡Hablemos de límites! Una palabra a la cual nos referimos con ligereza pero que pocos sabemos aplicar con firmeza. Y, no me refiero solo a límites físicos sino emocionales.
Me gusta como la organización Integridad y sabiduría define límites “una línea que te separa y distingue de los demás seres humanos.”
Los límites definen quien eres y resaltan la verdad de que eres distinto a los demás. El profeta Daniel era un experto estableciendo límites, tomaba decisiones que cuidaban su identidad como hijo de Dios, no delegaba en otros el control de sus emociones, y mucho menos la responsabilidad de actuar en defensa de lo que creía.
En el noviazgo creas un vínculo con tu pareja, se establece una conexión que te motiva a hacer tuyas sus necesidades, a entregarte, a compenetrarte emocionalmente. Sin embargo, esta entrega debe tener límites de manera que puedas mantener tu sentido de separación dentro de la relación y que tu pareja conozca cómo puede relacionarse efectivamente contigo.
En el noviazgo, “lo más importante de los límites es que te ayudan a determinar en que eres responsable y en que no. Una relación saludable de noviazgo requiere límites correctos, sólidos y bien definidos”.
Así lo expresan Samuel Adams y Ben Young en el libro Los diez mandamientos del noviazgo, mientras hablan de 4 aspectos en los cuales debes fijar límites:
Cuerpo: Decir no cuando tu pareja quiere ir más allá de lo que consideras es apropiado. Recuerda que los límites no se rompen instantáneamente, es un proceso gradual de quebrar el compromiso contigo mismo y justificarlo con las emociones del momento.
Emociones: Se trata de lo que sientes y como lo expresas. Debes ser capaz de comunicar cómo te sientes y cuidar no estar muy conectado emocionalmente con tu pareja a tal grado que lo que sienta o haga afecte como te sientas.
Pensamientos: Nadie puede pensar por ti, no espere que otros te lean.
Acciones: Debes ser responsable de tu conducta y los demás ser dueños de las de ellos.
De igual manera, los autores describen 4 mitos sobre los límites:
Son muros: Los muros alejan, los límites permiten entrar a personas con ciertas medidas de seguridad.
Son egoístas: Tomar responsabilidad de ti mismo y tus necesidades no te exige que ignores las necesidades de los demás. Si colocas límites eres más consciente de los límites de tu pareja y por ende de sus necesidades.
Son controladores y manipuladores: Si estableces límites no es necesario tener el control.
Son insensibles y rudos: Tú eres responsable hacia otros pero solo eres responsable de ti mismo. Por ejemplo: Si cometiste una falta hacia tu pareja, eres responsable de disculparte y resarcir el daño, pero no eres responsable de las emociones de tu pareja.
Los límites, más que una pila de reglas o condiciones te equipan para construir un equipo ganador, ayudándote a discernir tu responsabilidad dentro de la relación.
¡Hablemos! ¿Has conversado sobre este tema con tu pareja?
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