
Entré al matrimonio con lo que yo entendía era un buen arsenal de batalla. Me aseguré de crear estrategias para enfrentar el conflicto, establecer objetivos financieros, tener claras expectativas sobre el sexo, conocer las metas de vida a corto, mediano y largo plazo… hasta planificación familiar. ¡Totalmente blindada!
Sin embargo, al entrar en el matrimonio la primera y más feroz batalla que tuve que enfrentar, para la cual no me había preparado, fue mi concepción de quien era mi esposo y que implicaciones tenía en mi trato hacia él lo que yo creía era la naturaleza del matrimonio.
Para mí, mi esposo era mi compañero de equipo, y el matrimonio era un trabajo en equipo. Pero, este equipo aunque conocía era liderado por Dios, tenía un juego de reglas y estrategias definidas por mí. Si en algún momento el jugador (dígase mi esposo), no daba la talla con lo que yo entendía era su posición, pues de inmediato le cantaba falta. En poco tiempo, yo no era tan solo un compañero de equipo de mi esposo, ¡era su árbitro!
Dios en su misericordia, permitió que surgieran situaciones que quebraron mi forma de pensar sobre mi esposo y mi matrimonio. Tuve que postrarme y dar espacio a que Jesús transformará mi entendimiento.
Te compartiré 4 creencias dañinas sobre el matrimonio, que fueron quebradas en mí:
Mi vida devocional me da autoridad sobre mi esposo
En ninguna parte de la Biblia dice que quien más ora es quien debe ser cabeza del hogar. En el instante en que utilizo el argumento de que mi nivel de santidad es mayor que el de mi esposo, estoy evidenciado el gran tamaño de mi pecado. Estoy confirmando lo arropado que está mi corazón por el orgullo:
“Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado.” (Romanos 12:3)
Si realmente tengo una vida devocional constante y creciente, cada vez que me vea tentada a pisotear la autoridad de mi esposo diré como David ¡Ay de mí! De tan siquiera levantar mi mano contra el ungido del Señor (1 Samuel 24:6 énfasis añadido)
Construir con críticas
¡Deja de descalificar a tu esposo! Y, no me refiero solo al hecho de hablar mal de él con otras personas, sino de:
Quitarle responsabilidades porque no las hace bien, dígase como tú lo harías.
Tomar decisiones por él, porque piensa lento o siempre comete errores.
Minimizar y/o comparar sus acciones y esfuerzos, pues siempre hay algo más y mejor que pudo haber hecho.
Manipular sus respuestas, fomentando en él una mentalidad débil que sea dependiente de ti.
“Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente.” (Romanos 12:10)
En vez de descalificar, Romanos 12 dice que debo amar, respetar y honrar a mi esposo. ¿Qué tan rápido responderías si te pregunto cuándo y cómo fue la última vez que honraste a tu esposo? ¿Cuándo fue la última vez que tus acciones trajeron contentamiento al corazón de tu esposo al sentirse amado, respetado y honrado?
Se trata de construir la mejor versión de ambos
Se hace fácil idealizar un matrimonio perfecto, y que cosas debe hacer mi esposo para cumplir ese ideal. Pero, ya Cristo soñó con tu matrimonio y dio un diseño único a tu esposo, te dio un diseño único a ti. No se trata de alcanzar nuestro ideal, no se trata de ti. Se trata de que ambos seamos más como Cristo. Y, esto ¡es hermoso!
Muchas de las luchas de carácter en el matrimonio encuentran la zona de bandera blanca cuando apreciamos ese diseño único que Dios puso en el corazón de nuestro esposo, en el nuestro.
Las diferencias que nos hacían perder la cabeza, son las mismas que comienzan a traer contentamiento. Las diferencias que causaban grietas en nuestra relación, son las fortalezas que se levantan para guardar nuestro matrimonio. “Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado. “ (Romanos 12:6ª)
Nuestros esposos fungen como maestros, al observar su comportamiento en amor. Podemos leer notas de Dios para nosotras, que buscan moldear nuestro corazón a la manera de Cristo.
¿Cuál comportamiento de tu esposo estás mirando de forma equivocada? Ora por ese comportamiento, pídele a Dios que te muestre que necesitas aprender de eso.
El matrimonio es una batalla contra mi esposo
- ¡Bueno! ¡Se te acabo la revelación!, porque tú no sabes la dimensión del pichón que tengo por esposo. Yo lo que necesito es una palabra que me confirme que puedo salir de este infierno. ¡En serio! Ya no puedo más con esto.
- La respuesta siempre será amor, sin importar cuál sea la pregunta:
“«Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta».” (Romanos 12:20)
Suponiendo que tu esposo se comporte como tu enemigo, y siendo conscientes de que bajo ningún término apoyo la violencia, tu conducta hacia tu esposo debe ser DAR: Amor, respeto y honra. Y, si no tienes nada que dar, pues puedes acercarte al mejor lugar, los pies de Jesús.
Oro para que puedas despojarte del viejo hombre, de los deseos engañosos que pueden estar rondado tu corazón llevándote a hacer las cosas a tu manera, a no ser ayuda idónea, a no sacrificarte por Cristo. Que tu entendimiento sea renovado, que puedas abrazar la justicia y santidad de la verdad de Dios.
¡Hablemos! ¿Qué otra creencia dañina pudiese afectar tu relación?
#PALCouples #PALBlog
Super real y aplicable! que bueno encontrarme con estas enseñanzas ❤
Wow, Excelente articulo! Que Dios te continue usando💛